La nostalgia muchas veces me abate
Nublando de momento mi alegría
Pues me ausento de ti, ¡oh Patria mía!
Y es motivo que a mi corazón deshace
Muchos añs he pasado en el destierro
Obligado por circuntancias duras
Enfermedad que me aflige y que perdura
Pero regresaré..., aunque sea en mi entierro
Regresaré pronto, pues quiero verte
Antes de alejarme de esta vida
Volveré después de mi partida
Aunque me tenga que llevar la misma muerte
No desafío lo imposible en mi expresión
Pues lo digo con humildad sana y serena
Mas le pido a Dios mire mi pena
Y me permita regresar en su favor
¡Cuanto anhelo oír el sonido
del coquí...!
El cantío del gallo en la madrugada
Zambullirme en tus ríos y en tus ensenadas
Ir a mi CataZo, luego a Manatí
Hacer mi bohío alto en una loma
Poner una hamaca entre flamboyanes
¡OrdeZar las vacas! ¡Tener animales...!
Sembrar el café para holer su aroma
Cuanto anhelo ese momento en mis desvelos
Pensamientos que la musa inspira...
Regresar a mi Islita tan querida
Antes de ausentarme y volar al cielo
Si mi ausencia perdurara, sólo espero
Como he dicho antes en mis poesías
Que me arropen con tu bandera en aquel día
Y que entierren mi estuche hallá en tu suelo
Volveré con una colondrina
Que voló allende de la mar
Volveré, Borinquen muy querida
Aunque en sus alas me tenga que llevar
Me verán llegando al horizonte
Desde allí mis ojos mirarán
La belleza y fauna de tus montes
Lo profundo y cristalino de tu mar
Contemplaré el cielo y su expansión
Y al sol caribeno que te arrulla
Observaré al jibarito que en su amor
Desciende desde Utuado o de Jayuya
Viene muy contento con una sonrisa
Con una esperanza que sana su herida
Aunque en su amargura su alma hecha triza
Por los sufrimientos que le da la vida
Volveré temprano, al llegar la aurora
Con primos colores como el arco iris
Vendré acompaZado en aquella hora
Con ángeles alados y de querubines
Volveré mi Puerto Rico querido
Aun después de mi cuerpo inerte
Volveré como pródigo perdido
¡En alas de la vida o de la muerte...!
©) Manuel Jordán
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Nombre: Manuel Jordán
jordanelpoeta@comcast.net
Fecha de nacimiento: abril 4, 1949
Lugar de nacimiento: Cataño, Puerto Rico
Padre: Ramón Jordán Pérez
Madre: Plácida Figueroa Rosario
Nació en el pintoresco pueblo de Cataño, Puerto Rico.
La mayor parte de su niñez, hasta los12 años la pasó
viviendo en Santurce. Estudió el primer grado en la escuela Dr.
Hernández en la parada 18. El tercer grado en el Colegio San Vicente
de Paul en la parada 24 en Santurce. Cursó el cuarto grado en el
Colegio San Juan Bosco en Cantera, P.R. Siendo que no tenía padre
ni madre, ya que se crió con su padre hasta los once años,
cuando éste murió. Se quedó solo por algún
tiempo, entonces ingreso en la Institución Ferrán. Este
era un orfanato en Ponce, P.R. Desde allí estudió en el
Colegio Ponceño de Varones, donde cursó desde el quinto
hasta el séptimo grado, además comenzó el octavo.
En el mes de noviembre del 1965 dejó la Institución, mudándose
para la calle Guayama, en Hato Rey. Inmediatamente, en el mismo mes fue
a Manatí, donde conoció a su madre. Desde entonces vivió
en un hogar de crianzas en el mismo pueblo, ya que no fue recibido en
el hogar de ésta.
Desde que tenía aproximadamente 13 años de edad desarrolló
un gran interés por la poesía. Para ese tiempo escribió
sus primeros poemas a la patria. Mientras vivió en Manatí
se interesó por todo lo que tuviera que ver con cultura. Asistió
a varios festivales Casals de música clásica, además
representaba a la escuela intermedia Jesús T. Piñero en
cualquier actividad cultural a la que fuera designado. Para ese tiempo
escribió un cuento titulado El Valiente Chiquitín y una
pequeña novela de misterio sobre la sirena o alarma que había
en la plaña del mercado. Mientras estudiaba arte dramático
en la Escuela Superior Fernando Callejo escribió muchos ensayos
sobre grandes poetas y pensadores griegos. Fue reconocido como estudiante
ejemplar en una revista de la escuela publicada por el profesor Pedro
Ávila Justiniano. Tocaba saxofón para la orquesta escolar
de la escuela y participó como músico solista invitado,
con otros instrumentos como la harmónica de boca y la “pianola”
en actividades culturales o verbenas. Se desarrolló como actor
en obras de teatro. Además trabajó como actor en el “via
crucis” viajando a diferentes parques de la Isla. Era conferencista
juvenil; daba conferencias como a unos 200 jóvenes semanalmente.
Practicaba deportes, como campo traviesa, boxeo, baloncesto y otros. Ganó
premios como bailarín y otros reconocimientos. Fue presidente de
cinco organiñaciones y secretario de otras dos al mismo tiempo.
Fundó la patrulla escolar juvenil del pueblo y escribió
su himno. Era el líder juvenil católico más reconocido
para aquel tiempo, conocido como “el hijo de las monjas”.
E el 1968 fue editor del periódico Ecos del Distrito (publicado
en el Distrito de Arecibo Puerto Rico.
El 16 de agosto del 1969 contrajo matrimonio con la señorita Loida
Martínez, la que le ha dado seis hijos. Estudió en el Colegio
Bíblico Pentecostal de San Just, P.R., de donde adquirió
39 créditos en teología a nivel universitario. Tomó
un curso de preparación en la Universidad Mundial. Fue Vice Presidente
y Gerente de Ventas de “Abdías Advertising Brothers”.
Fue pastor, evangelista y misionero para la Iglesia de Dios Mission Board.
Levantó varias obras en P.R. Obtuvo diploma teológico (98
créditos) del Seminario Bíblico de la Federación
de iglesias Pentecostales Alpha & Omega, (1976). Para ese mismo año
fue ordenado al pleno ministerio. Fue uno de los pioneros de la radio
evangélica en Puerto Rico, como ministro principal de Puerto Rico
para Cristo. Tuvo varios programas en radio Única en Arecibo, P.R.
Ha escrito artículos periodísticos para el Vocero y otros
rotativos, además de publicar su propia revista, “El Enviado”,
(1978). El 11 de junio del 1978 se mudó y estableció como
misionero con su familia en Camden, Nueva Jersey. En el 1979 comenzó
una de cuatro iglesias que ha fundado en la ciudad de Camden. En el 1980
escribió un libro de poemas titulado Poemas Del Alma Mía.
Para el 1982 estableció un programa para ayudar a personas sin
hogar y con problemas de alcoholismo. Desde entonces adquirió propiedades
para amparar a familias sin hogar. Referió personas con diferentes
necesidades a la alcaldía y otras agencias de gobierno. Estudió
cuatro años de Educación Elemental en Rowan University.
Estudió un año en Capellanía Institucional en la
Universidad Latino Americana de Las Piedras, P.R., con un año de
práctica en el Hospital Episcopal de Philadelphia, PA., adquiriendo
una Maestría, (1982). Además obtuvo una Maestría
en Estudios Teológicos del Seminario Panamericano (1986). Actualmente
estudia para el Doctorado en filosofía (Phd) en la Universidad
Visión (Extensión de Camden, NJ).
En el 1990 fue co-fundador junto al Honorable Israel Nieves de la Alianza
para el Progreso Hispano en Camden, NJ. Por muchos años fue
uno de los Directores Adjuntos de dicha organización. Trabajó
como Especialista de Relaciones Públicas para la Oficina de Asuntos
Hispanos del Condado de Camden. Tomó curso de computadora en el
Camden County College y otros cursillos sobre “Real Estate Development”
en Rudger University. Fue co-fundador y miembro Directivo de la Asociación
Ministerial de Camden. Ha pertenecido al Cuerpo Ejecutivo de la Federación
de Iglesias Pentecostales Alpha & Omega. Ha servido como Sub Tesorero,
Tesorero, Secretario Ejecutivo, Presbítero, Director Ejecutivo
de Educación a nivel Internacional, etc.
Por varios años fue miembro de la Junta Directiva de Radio Salvación
en Philadelphia. Dirigió los programas Dialogando con el Pueblo
y Camden en Marcha (patrocinado por el alcalde de Camden) en dicha emisora.
Tenía además otros programas en otra emisora. Desde el 1992
hasta el 2001 fue Comisionado para la “Camden Redevelopment Agency”,
retirándose como “Vice Chair”. En la actualidad es
Comisionado de la “Hispanic Advisory Commision” de la Ciudad.
En el 1999 fundó “United Churches For Community Empowerment”,
ofreciendo varios servicios a la comunidad, como ayuda financiera para
reparar las viviendas (en coordinación con la Administración
Municipal), “registración de votantes”, “after
school Program”, etc. Pertenece a la Junta Directiva de Hispanic
Christian Center (a nivel Estatal). Chairman de Hispanic Mental Health
and Family Center. Es Secretario Ejecutivo de Conlamic (Coalición
Nacional de Ministros Latinos) a nivel Estatal y Nacional. Esta es una
organiñación Nacional de cabildeo en el Congreso de los
Estados Unidos, con oficinas en Washington DC; Co Chairman de Alianña
Hispana a nivel del Condado; Secretario del Centro Cultural Puertorriqueño;
Es Moderador de los programas radiales En Blanco y Negro y Al Punto en
el 1360am., etc.
Publicaciones: Manuel, Un Huérfano a Quien Dios Amó (autobiografía),
Temas Controversiales a la Luz de las Escrituras (teología), Poemas
de Alma Mía, Gratitud Ecos del Alma, El Padrino (Crisis En Mi Ciudad),
Añoranza a Puerto Rico (De lo Profundo), Añoranzas de un
Jíbaro Ausente, Desde mí Ausencia Poemario a mis Amigos,
El Coquí el Sapo Toro (Fábulas De Mi Tierra). Los últimos
cuatros son poemas dedicados a la patria.
Reconocimientos: 2002- Premiación en Cultura por la Oficina de
Asuntos Hispanos del Condado de Camden y el Centro Cultural Puertorriqueño
y Centro de Artes; Premiación como Hispano Prominente por el alcalde
de Camden Milton Milán; Resolución de reconocimiento por
la Asamblea Municipal; Proclama y Reconocimiento Especial Congregacional
( por el Congreso de Estados Unidos) como Prominente Hispano; Resolución
Conjunta del Senado y de la Asamblea General del Estado de Nueva Jersey;
Certificado de “Achievement” por la Junta de Freeholders del
Condado de Camden y Proclama por la Oficina del Gobernador del Estado
de Nueva Jersey. Otras placas y reconocimientos.
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Mi Bandera, Abrigo Póstumo
Entiendo que la bandera
No es sábana ni abrigo
Pero, arropadme, os digo
Con la mía, cuando muera
Que pueda sentir aquélla
Cubriendo mi inhiesta hosa
Y que ilumine mi fosa
El resplandor de su estrella
Pues no hay igual como ella
Entre todas las naciones
Preciosos lindos colores
¡El orgullo de mi tierra!
Tres colores primorosos
Como es el rojo carmesí
El azul cielo, que desde allí
De mi patria, luce vistoso
Una estrella blanca y pura
Como el corazón de su gente
Jíbaros buenos y decentes
Llenos de compasión y ternura
Quiero pues que mi bandera
Me acompañe en aquel día
Que convierta en alegría
Lo que se escriba en mi esquela
“Aquí llace un buen patriota
Quien a su patria amó
Poeta que siempre honró
Los colores de su bandera....”
© Manuel Jordán
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Mi Plegaria
(Poesía Patriótica)
Plegaria pidiendo al cielo
Una suprema amnistía
Que me deje patria mía
Pronto visitar tu suelo
Aunque mi real anhelo
Es estar siempre presente
Compartiendo con mi gente
Hasta el último suspiro
¡OH, mi terruño querido!
Viviendo en ti eternamente
Ver tus lúcidas pendientes
Las joyas que te iluminan
Disfrutar las aguas vivas
De tus ríos en sus corrientes
Las que fluyen como fuentes
Por toda la Cordillera
Desde allí los valles riegan
Sosteniendo flora y fauna
Produciendo gozo y calma
Al jíbaro en tus praderas
Plegaria pidiendo al cielo
Que no me deje exhalar
Tan lejos de mi amado lar
Do regresar es mi anhelo...
Cual maternal consuelo
Quisiera que mi oración
Como un arrullo de amor
Sea muy pronto contestada
Y Así cambiar mi morada
Aliviando mi hondo dolor
Si hubiera alguna maldición
Por qué me encuentre exiliado
Que me sea presto revelado
Con el por qué del turbión
Que se me otorgue el don
De encontrar una salida
Siendo la maldición vencida
Contestando esta mi plegaria
Y Así volver a mi patria
¡A ti Borinquen querida...!
© Manuel Jordán
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Cuando la gélida fosa
Reciba mi triste idilio
Comprenderá, fue el exilio
Lo que consumió mi osa
Entonces entonarán las rosas
Duelo, cántico lastimero
“Poeta, lejos de su suelo
Lo consumió la tristeza
Cuando su musa fue presa
En cisterna de extranjeros
Luego, un clavel pregonero
Depositado en mi tumba
Llorará por la penumbra
De la ausencia de un jilguero
También bajará de su vuelo
Una alondra plañidera
Quien izará mi bandera
Hasta el final de un mástil
Transformando así en reír
El dolor que un día existiera
Cantará la alta Cordillera
Florecerá el capullo de alelí
La amapola estará allí
Y el lirio de las praderas
Gozándose así mi esquela
Al cumplirse aquel sueño
Que procuró con empeño
De volver y estar presente
Un manatíeño ausente
Y jíbaro puertorriqueño…
© Manuel Jordán
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Nuestros Símbolos
Patrios
Son nuestros símbolos patrios
La bandera, y el escudo
La flor de maga, del patio
Y el anuro coquí menudo
Son nuestros símbolos patrios
Los que nos dan la constancia
De que somos borincanos
Aun estando a la distancia
Nos recuerda la bandera...
No amonesta el coquí
Que existe una cordillera
Donde crece el lindo alelí
Un Yunque lleno de helechos
De orquídeas y de cundiamores
De floresta, siendo el barbecho
De la fauna en sus alrededores
Al mirar la flor de maga
Nos proyecta a la belleza
De los ríos, las montañas
Y a la flora de mi tierra
El escudo, nuestra herencia
Dejada por los españoles
De Isabel I la Católica, reina
Quien envío los galeones
Una herencia que nos trajo
Nuestra raza en tres colores
Taínos con tapa rabos
¡Blancos¡, y ¡negros bembones!
Trayendo cual resultado
Un producto, puro, isleño
Compasivo, bueno, honrado
¡El jíbaro Puertorriqueño...!
© Manuel Jordán
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El Chenchén, Una Criatura
De Ultratumba…
Por: Manuel Jordán, PhD
Hay historias en el folklore de los pueblos que si no se dicen quedan
sepultadas en el mar del olvido. Una de esas historias sucedió
en mi bella isla Puerto Rico. Hace varias semanas, mientras trabajaba
en mi décimo libro, se la envié a Nelson Rafael Collazo,
un conocido escritor puertorriqueño amigo mío. Esta fue
su respuesta: “Te felicito por El Chenchen, también es un
buen relato. Es algo nuevo y desconocido para muchos. Si no traes esto
quizás se hubiese perdido, cosa muy lamentable para nuestra historia
y folklore”. Bueno, como se dice en mi pueblo: “Sin mas preámbulos
les presento “El Chenchen”.
Desde que llegué a adulto nunca he sentido miedo por nada. De hecho
tengo como tema el decir que no le temo a nada en este mundo, solamente
a Dios y a una mujer gritona (o contenciosa). A Dios, porque he aprendido
a conocerle y a vivir Su Palabra, lo que me hace tener no miedo sino un
temor reverente hacia El. Sobre una mujer contenciosa, dice la Biblia:
“Es mejor vivir en un rincón del tejado que con mujer rencillosa
en casa espaciosa”. ¿Con esos truenos, quién duerme?
Pero la verdad es que cuando era niño, viviendo en el arrabal,
en Santurce, Puerto Rico, las cosas eran diferentes. Aquel lugar era conocido
como el Caño de Martín Peña. Las casuchas eran construidas
dentro de la laguna. Los caminos estaban hechos de tablones como de 18
pulgadas que al igual que las viviendas, se sostenían con socos,
los que se enterraban en el babote o fango. Recuerdo que a veces, cuando
obscurecía y me mandaban a comprar algo a la tienda me temblaban
las rodillas. Cada vez que caminaba por los puentecillos de madera sobre
el Caño, sentía como unos pasos detrás de mí.
Cuando avanzaba, los pasos avanzaban también. Así que yo
salía corriendo a las millas de Chaflán para que aquel ser
extraño no me alcanzara. No había luz eléctrica en
todo el camino, sólo algunos focos de luz en el callejón,
cuando se salía del mangle. En aquel lugar las cosas se me ponían
color de hormiga brava, pues la luz hacía que la sombra de mi cuerpo
se reflejara al frente o a mis espaldas. Entonces sí que la carrera
era más rápida… Para completar, frecuentemente me
“cortaba” con el excremento que los perros dejaban en los
puentes como adorno.
Como no había radio ni televisión, las familias se reunían
a conversar y a traer pesares y añoranzas del pasado. Esto se hacía
a la luz tenue de una vela o un quinqué de kerosén. En aquel
tiempo mi papá vivía con una señora que tenía
nueve hijos. Uno de ellos estaba en la cárcel y los otros, con
mi papa y yo, hacíamos una familia de once. Todos nos teníamos
que acomodar en una casucha de un solo cuarto, quizás de unos 15
por 20 pies (como mucho). En ocasiones los adultos nos contaban historias
de ultratumba que nos enfriaban los huesos. Para mí estas leyendas
se hacían más reales, pues dormía en una hamaca.
Por alguna razón ésta se mecía sola mientras yo trataba
de dormir. Quizás el viento movía la casa y como consecuencia
la hamaca. Yo me asustaba tanto que llegué a creer que el personaje
que me perseguía estaba detrás de esto. En ese tiempo escuché
historias del hombre sin cabeza, historias de ahorcados, historias de
chivos votando fuego por los cuernos, etc. Pero para mí una de
las historias más intrigantes era la del Chenchén, un ser
alado que volaba por encima del Caño de Martín Peña.
En una de estas reuniones familiares, le pregunté a Pancha, la
hija mayor de la familia, que de qué animal eran los excrementos
que aparecían cada mañana sobre la colectora. La colectora
era una tubería en forma de caja por donde bajaba el desperdicio
de los inodoros y alcantarillados de una basta región de Santurce.
La parte de arriba de ésta se usaba como un camino de más
de una milla, que comenzaba cerca de la Avenida Fernández Juncos
hasta la laguna. Los excrementos que se veían allí cada
día eran algo diferente. Su aspecto era como una pasta amarillenta
en forma de biscocho. La llamaban m… (caca o excremento) de brujas.
No parecía ser de ningún animal conocido. Esto fue lo que
ella me respondió: “Hace muchos años vivía
una familia muy pobre que casi no tenían para comer. Un día
el padre de familia consiguió algunos alimentos. Cuando se dispuso
a cocinarlos, descubrió que no tenía leña para el
fogón. Así que decidió usar una cruz que poseía
como amuleto. Como ésta consistía en un gran pedazo de madera
cruzado, lo cortó en pedazos y lo usó como leña.
Cuando terminó de cocinar arrojó las cenizas en una laguna
que estaba cerca de su casa. Pasado el tiempo el hombre murió.
Cuando llegó al cielo le negaron la entrada. Al preguntar la razón
de su desgracia, el portero le contestó que era por causa de la
cruz quemada; que la única forma en que se le permitiría
entrar a aquel lugar era si descendía a la tierra, recogía
la ceniza y la traía con él. Para esto se le darían
dos alas. De esta manera podría volar por encima de todos los ríos,
lagos y fuentes de agua hasta lograr su objetivo. Desde entonces este
ser alado va por todo el mundo llevando esa maldición. Pasa cada
noche volando por el Caño de Martín Peña. Casi siempre
baja a la colectora de la Parada 25 para hacer sus necesidades. Ese es
el excremento que se ve allí casi todos los días. Muchas
personas que conocen la historia lo llaman Chenchén mie…
(caca) de gato, esto lo enfurece. En una ocasión, una de nuestras
vecinas tenía una pelea con su esposo. Esta le dijo que ojalá
que se lo llevara el diablo. Además le dijo que esa noche iba a
invocar el nombre del Chenchén para que viniera a buscarlo. Efectivamente,
esa día a las doce de la media noche la mujer comenzó a
gritar: “¡Chenchén, mie… de gato…! Esto
lo repitió muchas veces. De pronto se escuchó un gran aleteo
y una figura de unos seis pies de alto, parecida a un ave o un animal
con grandes garras, descendió sobre la casa con techo de zinc.
Con sus garras se aferró del techo, mientras la casa se estremecía.
Ellos estaban tan aterrorizados que comenzaron a gritar: “¡Jesús
manífica…! ¡Jesús manífica…!”
Esto lo hicieron muchas veces, hasta que el Chenchén tuvo que irse.
Desde entonces mis vecinos dejaron de maldecir y de pelear”, terminó
diciéndome Pancha. Esta historia nos dejó tan acobardados
que cuando hacía un viento fuerte y estremecía nuestra casucha,
haciendo mecer la hamaca, mis dientes daban uno contra el otro, como el
que titirita de frió. Así que desde entonces decidí
acostarme en la pequeña cama donde dormían los tres muchachos
varones. Imagínese, los cuatro teníamos que dormir horizontalmente,
o cruzados para acomodarnos en ese pequeño espacio. Ahora, cuando
oíamos algún ruido, todos nosotros nos metíamos debajo
de la ropera o ropaera (esto era una sábana hecha de pedazos de
ropa vieja cocido uno con otro). Aquí nos protegíamos y
nos consolábamos unos a otros.
El asunto del Chenchén no era una simple leyenda o cuento de viejas.
Cuando lean lo que lo que sigue se darán cuenta por qué
digo esto. La historia que Pancha me contó fue aproximadamente
para el 1958, pero lo que yo les contaré sucedió después
de esto. Cada vez que aparecía un excremento extraño en
la colectora o en algún otro sitio del fanguito, se lo achacaban
al Chenchén. Se hizo costumbre de los niños, tanto como
los adultos, el invocar despectivamente su nombre: ¡Chenchén
m… de gato…! ¡Chenchén m… de gato…!”
Esto continuó por algún tiempo, hasta que aquella criatura
de ultratumba parece que no resistió más. Con razón
se dice que no es lo mismo llamar al diablo que verlo venir. Digo esto,
pues comenzaron a escucharse frecuentes historia, en el sentido de que
el Chenchén bajaba enfurecido y trataba de tumbar las casas. En
una ocasión logró arrancarle el techo a una de las casuchas.
En otra, arrancó una letrina de cuajo llevando consigo a Vidal,
el hombre más maldiciente del barrio. Este, que aunque no creía
ni en la luz eléctrica, se pasaba gritando en las noches invocando
a seres espirituales. Quería demostrar con esto que no existía
un mundo espiritual, que todo era superstición. Ahora, al encontrarse
frente a frente con la realidad, comenzó a gritar que él
no tenía que ver nada con la mala fama del Chenchén. Que
los culpables eran los perros y gatos que se ensuciaban en los puentes
que se usaban como camino en el Caño de Martín Peña.
En ese momento el ser animalezco soltó la pequeña estructura
de madera, arrojándola junto con Vidal en medio de la laguna. El
pobre hombre parecía un submarino tratando de escapar. Este también
dijo que cambiaría su forma de ser y no volvería a invocar
los espíritus jamás, y así lo hizo.
Para principios del 1960 algo extraño estaba sucediendo en toda
el área del arrabal. Comenzando por la Parada 18 hasta el lugar
llamado la Cantera. Los perros satos y algunos gatos comenzaron a desaparecer.
Muchos pensaron que al no tener que comer, algunas personas se los estaban
comiendo guisados o asados. Las autoridades fueron alertadas y descubrieron
que esto no era cierto; que aunque encontraron perros y gatos adobados,
listos para cocinar en las neveras de algunos restaurantes de Santurce
y Bayamón, sin embargo el problema parecía más amplio.
Para ese tiempo yo tenía once años de edad. Escuché
un rumor entre mis amigos en el sentido que todos sabían lo que
ocurría, pero por estar atemorizados no se atrevían declararlo
por temor a represalias. Pero, ¿a represalias de quién o
de qué? ¡A represalias por parte del Chenchén!, quien
era el responsable de las desapariciones. Para completar la catástrofe,
aparecieron algunos perros muertos. Estos tenían dos agujeros en
el cuello y no parecían tener ni gota de sangre. Pareciera como
si un vampiro o alguna otra criatura les hubiese succionado todo el líquido
de su cuerpo. Una dama declaró haber sido atacada por un ser alado
como de unos cinco a seis pies de alto. También dijo que aunque
se asemejaba a un hombre, su cuerpo se acercaba a la figura de una iguana
gigante. La señora pudo salvarse cuando su perro salió en
su defensa, perdiendo su perra vida en su intento, entretanto ella escapaba.
Doña Filomena no tuvo la misma suerte. Esta señora era espiritista
y vivía sola en el arrabal, pues su esposo había desaparecido
y se pensaba viuda. Un día, cansada de su vida de soledad, decidió
investigar el asunto de su esposo. Mientras invocaba a los espíritus,
vio una apariencia extraña en la noche, quien le dijo que era su
esposo que venía a buscarla. Luego le dio instrucciones (según
cuentan) que esa noche a las 12 AM se trepara encima de su casa, donde
él vendría a recogerla. Obedeciendo aquella voz, la desesperada
mujer obedeció y así lo hizo. Como a la hora indicada se
oyeron unos gritos de horror que perturbaron todo el vecindario. Fueron
a la casa de la viuda, pero no encontraron a nadie. A Filomena no se le
volvió a ver más ni el pelo desde entonces. Da la impresión
que esa fue la última experiencia de un ser humano con aquel ser
en el fanguito, pues aparentemente el Chenchén dejó de visitar
el área del arrabal. Aunque muchos de los residentes de allí
se mudaron para un nuevo residencial en Hato Rey y no se puede saber con
certeza si el Chenchén regresó alguna vez.
Algún tiempo después, se escucharon rumores nuevamente de
apariciones de un ser que manifestaba todas las características
del Chenchén. La información venía de diferentes
campos de la isla. Cuando lo supe, instintivamente me di cuenta que era
la misma criatura. Por el momento no me atreví a decir nada, pues
para ese tiempo yo tenia doce años de edad y hacia casi un año
que mi padre había muerto. Ya yo estaba en un orfanato en Ponce.
En ese lugar, donde había unos cuarenta muchachos, ya me habían
puesto como sobre nombre “el loco” y no quería tener
más agravio que el señalado. Así que preferí
guardar silencio sobre lo que sabía del asunto.
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